CANTA


Introducción


¿Por qué Canta? Decidimos hacer este viaje porque era un destino cerca de Lima. Éramos 7 amigos; 3 mujeres (Leyla, Julia y Claudia) y 4 hombres (Cuba, Huaylla, Puntal y yo). La única pareja éramos Claudia y yo. Todos amigos de la universidad (UNAC). A Puntal lo acabábamos de conocer; es amigo de Julia, quien lo invitó para este viaje.


Desde la izquierda:
Puntal, Julia, Huaylla, Leyla, yo, Claudia y Cuba



Debido al APEC en Perú, se declararon feriados desde el Jueves 17 al Sábado 19 de Noviembre. Nuestro plan era el siguiente: Llegar a Canta el Jueves lo más temprano posible, armar el campamento y conocer los alrededores. El Viernes ir al mirador y luego montar caballo para conocer las cataratas por la zona. El Sábado ir a conocer la laguna de 7 colores y regresarnos el mismo Sábado por la noche. Aunque lo principal de este viaje sería escapar del estrés de la ciudad; acampar, disfrutar de las noches de fogata y de los amigos.




El punto de reunión es en Carabayllo, en el paradero de los colectivos que van a Canta (Cruce de la Av. Túpac Amaru con Av. Universitaria). El taxi nos costaba 100 soles, éramos 7 personas así que salía menos de 15 soles por persona, la Van va con 7 personas así que nosotros llenábamos una Van e íbamos a ir solos. La tomamos, pero antes, debíamos comprar las cosas para el campamento.



Llegada e instalación


El viaje dura 3 horas, el colectivo nos dejó en el mismo Obrajillo, en la zona de campamentos conocida como “La catarata”, el ingreso era de 8 soles por persona. Decidimos tomarlo porque daba seguridad, tenían baños, acceso al río y hasta una catarata; además, no queríamos caminar mucho con las cosas. Lo malo era que se perdía un poco el contacto con la naturaleza que inicialmente buscábamos, la esencia de acampar.

Zona de camping "La catarata"

Ya era casi medio día, así que ya había gente instalando sus carpas, había que apurarse para encontrar el mejor sitio posible. Decidimos acampar junto al cerro ya que nos daba una protección natural contra el viento, teníamos un fácil acceso al agua debido a una acequia que pasaba por los pies del cerro y no estábamos ni muy cerca ni muy lejos de los baños. Era perfecto.

Claudia posando con la carpa que yo armé



Huaylla, Julia, Cuba, Claudia y Puntal


Teníamos 2 carpas, las armamos muy rápido y nos sentamos a comer lo que habíamos llevado. Luego, teníamos que comprar leña. Los 4 hombres fuimos al pueblo a comprar, pero iba a ser un desperdicio que los 4 fuéramos a comprar, así que decidimos hacer 2 grupos de 2. Para que unos vayan a comprar la leña, y otros se queden recolectando ramas secas y yesca para prender la fogata. Lo que no tomamos en cuenta era que nadie quería ir hasta el pueblo a comprar la leña, así que Raul se ofreció de voluntario en ir SÓLO a comprar la leña. 

Los machos trayendo la leña, y Huaylla pidiendo un selfie.
Desde ahí le pusimos el apodo de Puntal (por buena punta). Cuba y yo comenzamos a recolectar ramas secas y yesca para la fogata, mientras Huaylla revisaba su teléfono y se tomaba fotos. Decidimos esperar a Puntal que venga con la leña para volver al campamento los 4 juntos y que las chicas no sospechen que Puntal estaba siendo explotado.




Ya con leña, mi tarea y la de Cuba era prenderla, mientras las chicas preparaban el clásico hotdog campero y Huaylla y Puntal iban a comprar gaseosas para combinarlo con el pisco y los licores que habíamos llevado, lo que queríamos era pasar una agradable noche. 
Mientras prendíamos la fogata, una señora se nos acercó y nos ofreció una parrilla por 4 soles, ellos la habían alquilado a 10 soles en la misma zona de camping, pero ya se iban esa tarde, la tomamos.


Primer día de campamento


Luego de cenar, preparamos un chilcano de pisco; junto con música y buenos recuerdos, se nos fue la noche tomando, bailando, y pasándola bien. Por suerte, había llevado un pequeño parlante bluetooth que nos aguantó toda la noche. Fue ahí donde nació la chispa entre Huaylla y Leyla, aunque lo nieguen...

(Desde la izquierda) Huaylla, Cuba, Puntal y yo
(Desde la izquierda) Julia, Claudia y Leyla


Todos, con el campamento y fogata armados
El clásico hotdog campero 

Catarata Lucle y Mirador San Miguel

Ya amaneció y adivinen quién no se levantaba...
Huaylla aún durmiendo. ¿Será que se habrá acostado tarde?

Al día siguiente, felizmente nadie amaneció con resaca. Teníamos que prepararnos para conocer el lugar; tomamos desayuno, nos aseamos, guardamos bien nuestras cosas y salimos primero a la catarata llamada Lucle que teníamos muy cerca en la zona de camping. 


Las chicas, en la catarata Lucle

Nosotros, algo más arriesgado, en la catarata Lucle


Luego, teníamos planeado ir al mirador de Obrajilo (Mirador de San Miguel), preguntamos el camino, nos bañamos en bloqueador y nos fuimos caminando, la caminata duró cerca de 1hora, lo hicimos lento porque era subida y no queríamos terminar destrozados. Llegamos al Mirador, las fotos de rigor y nos quedamos unos minutos admirando el paisaje, éramos los únicos en el lugar y había que aprovecharlo. 


 Mirador San Miguel

 Mirador San Miguel

Huaylla y Leyla en su primer selfie juntos.
Había que inmortalizarlo desde otra toma, buenísima la foto


La bajada lo hicimos por otro lugar, más empinado. Llegamos directo a la zona de camping, cansados y con mucho calor. La oportunidad perfecta para darse un refrescante chapuzón en el río. Guardamos nuestras cosas y nos metimos todos. 


Chapuzón en el río

Ya era hora de almorzar, así que decidimos bajar al pueblo para comer en un restaurant campestre. Los platos desde 10 a 25 soles. 

Luego de comer, aprovechamos en pasear por el pueblo; pensábamos aprovechar la parrilla del campamento, así que queríamos comprar carne de cerdo, pero sólo había pollo y unos minutos más arriba estaba el piscigranja de truchas. Nos dividimos, Huaylla y Puntal fueron a comprar las truchas, mientras Cuba y yo fuimos a comprar el pollo, camote y los condimentos. Se veía que en la noche íbamos a comer muy rico. Las truchas costaron 4 soles la unidad. Y el pollo al precio promedio del mercado. Sentíamos que las truchas aún se movían en la bolsa, más frescas imposible.


Catarata Velo de Novia


Ya se hacía tarde y queríamos ir a la catarata “La viuda” en caballo, e ir al campamento a guardar las cosas compradas iba a ser una pérdida de tiempo. Así que la señora que nos alquilaba los caballos se ofreció amablemente en guardarnos las cosas. El caballo costó 10 soles cada uno, ida y vuelta. El camino es un poco peligroso, puesto que a un lado está el precipicio y al otro la montaña, y es una trocha donde pasan autos, así que había que dominar muy bien al caballo; igual las chicas iban con un arriero que sujetaba los caballos.


Peculiar selfie con el caballo de Claudia (blanco) y el mio(marrón)

Puntal y yo éramos los que sabíamos montar bien, y nos echamos unas carreras. Hicimos que los caballos vayan a su máxima velocidad. Me ganó, pero fue muy divertido.

Debido a las carreras que nos echamos, nos adelantamos bastante del grupo, así que regresé para ver qué tal le iba a Claudia, ya que ella no sabía montar. Me doy con la sorpresa que estaba llorando, y Cuba tenía sujetado a su caballo de las riendas ¿Qué había pasado? Su caballo perdió el control y ella no supo dominarlo y casi se van al precipicio. Yo lejos de consolarla, me enojé con ella por no seguir mis instrucciones y direccionar al caballo con fuerza. Creo que me excedí.


Ya no me despegué del grupo, para ayudarla ante cualquier cosa, le dije al arriero que se encargara en específico de su caballo. Ya que Julia sabía montar bien, y Leyla, Huaylla y Cuba por lo menos se defendían.


Claudia después del susto

Llegamos al ingreso de las cataratas, sólo teníamos que subir por unas escaleras y pasar unas rocas. La entrada a la catarata “Velo de novia” es de 2 soles.


Claudia demorándose en las subidas, como siempre

Puntal con una muy buena foto

Claudia y yo
(y Cuba malográndome la foto)


Cuba, de regreso 




Puntal no valorando su vida



Luego de conocerla y tomarnos fotos, regresamos a Obrajillo en los mismos caballos, le ofrecí a Claudia si queríamos cambiar de caballos, pero no quiso, ni modo. Al pobre caballo lo hice correr como nunca, esta vez Julia se nos unió en las carreritas. Nos divertimos mucho.


Al salir de la catarata Velo de Novia


Al llegar a Obrajillo


De regreso en Obrajillo, los que nos alquilaron los caballos nos ofrecieron un tour a “La cordillera la Viuda y Laguna de 7 colores” por 40 soles c/u. Tomamos el tour, comenzaba el día siguiente a las 9:00 am. Lo contratamos y les dijimos que pasara por nosotros a la zona de camping. Luego, aún ese día al regreso de los caballos, sacamos nuestras cosas y aprovechamos en comprar leña y algún trago para esa noche. Subimos a la zona de camping, prendimos la fogata justo a tiempo, pues nos cayó la noche. Aún faltaban lavar las truchas, así que aprovechamos la acequia que pasaba por nuestro campamento y con ayuda de las linternas, las lavamos. 

Aderezamos las truchas con sal, pimienta y un poco del aderezo del pollo. No había comido una trucha más rica, salió buenazo. También cocinamos el pollo con la parrilla, nos salió muy bueno. Aquel día comimos como reyes.

Trucha y sopita ajinomen


Posando con las riquísimas truchas a la leña

Hora de dormir

Laguna de 7 colores




Al día siguiente, comenzamos el tour, desarmamos el campamento porque luego del tour ya nos iríamos. 



Campamento desarmado y mochilas listas

Comenzamos, en la ruta del camino lleno de curvas no hay nada más que hermosos paisajes, luego de casi 1 hora y media, paramos en un hermoso mirador para apreciar la cordillera, estábamos a 4400 msnm, bajamos para tomarnos fotos y sentimos el clima muy seco y helado, no estábamos con la ropa apropiada así que la sufrimos.

Mirador coordillera "La Viuda"
La siguiente parada fue en la catarata de Pomora, bajamos para unas fotos, exploramos el lugar y regresamos a la movilidad. El siguiente destino iba a ser la Laguna de 7 colores al pie de la Cordillera “La Viuda”.


Catarata Pomora

Llegamos a la laguna, estábamos a 4620 msnm, a pesar del sol, el clima era muy helado. Bajamos para ver de cerca la laguna, increíble los llamativos colores que tenía. Subimos a una pequeña colina para poder tomarnos fotos desde arriba y ver también la cordillera “La viuda”, esa subida nos mató. No estábamos con el abrigo adecuado. Pero el hermoso paisaje valió cada tiritada de frio.


Hermosa laguna de 7 colores


De regreso a la movilidad, hay pequeños puestos donde servían mate de coca caliente, y comida al paso. El mate fue muy necesario. También compramos papa serrana con ají y huevo, delicioso, aunque a pesar de ser la hora de almuerzo, no lo comí porque ya sabía que la combinación de curvas + comida + altura + resaca del día anterior no era una buena opción. Lo dejé para el regreso.

La movilidad nos dejaría en el pueblo de Canta, un pueblito pequeño y humilde, eran las 4pm y nos moríamos de hambre así que lo primero que hicimos fue buscar un lugar donde almorzar, encontramos una pollería así que esa era nuestra opción, no queríamos seguir buscando.

Luego de almorzar, aprovechamos en comprar algunos souvenirs, queso, yogurt y demás. Ya listos para regresar, encontramos una movilidad donde entrábamos los 7 (1 adelante y 6 atrás). Nos cobró 15 por persona, igual que la ida. El señor nos puso un mix de canciones ¡Que ni en las mejores discotecas! Todo el camino nos la pasamos cantando y jugando con las curvas. Fue muy divertido.


Y así terminó un viaje repleto de diversión, con unas fotos preciosas y unos recuerdos que no se irán por mucho tiempo…